- Pbro. Jose Luis Cardona Rdz.
Hechos 4: 23 – 31
La oración de los creyentes
23 Al quedar libres, Pedro y Juan volvieron a los suyos y les relataron todo lo que habían dicho los jefes de los sacerdotes y los líderes religiosos. 24 Cuando lo oyeron, alzaron unánimes la voz en oración a Dios: «Soberano Señor, creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo lo que hay en ellos, 25 tú, por medio del Espíritu Santo, dijiste en labios de nuestro padre David, tu siervo:
»“¿Por qué se enfurecen las naciones
y en vano conspiran los pueblos?
26 Los reyes de la tierra se rebelan;
los gobernantes se confabulan
contra el Señor
y contra su ungido”.[b]
27 En efecto, en esta ciudad se reunieron Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y con el pueblo[c] de Israel, contra tu santo siervo Jesús, a quien ungiste 28 para hacer lo que de antemano tu poder y tu voluntad habían determinado que sucediera. 29 Ahora, Señor, toma en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos el proclamar tu palabra sin temor alguno. 30 Por eso, extiende tu mano para sanar y hacer señales y prodigios mediante el nombre de tu santo siervo Jesús».
31 Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno.
Sermones
Jesús, el gran divisor
Jesús, una fiesta, la ley y la justicia
El precio del discipulado
Recibiendo el pan de vida
El Pan de Dios
¿En verdad conoces a Jesús?
Un Encuentro Con Dios
¿Está Dios con nosotros?