Haz algo ¡pero ya!

 

Sermón del día 17 de marzo del 2019 en la Iglesia Encuentro Con Dios.

 Eclesiastés 11:1 – 12:8

 

  • Pbro. Jose Luis Cardona Rdz.
  • Eclesiastés 11:1 – 12:8

Eclesiastés 11 Nueva Versión Internacional (NVI)

11 Lanza tu pan sobre el agua;
    después de algún tiempo volverás a encontrarlo.

Comparte lo que tienes entre siete,
    y aun entre ocho,
pues no sabes qué calamidad
    pueda venir sobre la tierra.

Cuando las nubes están cargadas,
    derraman su lluvia sobre la tierra.

Si el árbol cae hacia el sur,
    o cae hacia el norte,
    donde cae allí se queda.

Quien vigila al viento no siembra;
    quien contempla las nubes no cosecha.

Así como no sabes por dónde va el viento ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco entiendes la obra de Dios, creador de todas las cosas.

Siembra tu semilla en la mañana, y no te des reposo por la tarde, pues nunca sabes cuál siembra saldrá mejor, si esta o aquella, o si ambas serán igual de buenas.

Grata es la luz, y qué bueno que los ojos disfruten del sol. Mas si el hombre vive muchos años, y todos ellos los disfruta, debe recordar que los días tenebrosos serán muchos y que lo venidero será un absurdo.

Acuérdate de tu creador

Alégrate, joven, en tu juventud; deja que tu corazón disfrute de la adolescencia. Sigue los impulsos de tu corazón y responde al estímulo de tus ojos, pero toma en cuenta que Dios te juzgará por todo esto. 10 Aleja de tu corazón el enojo, y echa fuera de tu ser la maldad, porque confiar en la juventud y en la flor de la vida es un absurdo.

 

Eclesiastés 12 Nueva Versión Internacional (NVI)

12 Acuérdate de tu creador
    en los días de tu juventud,
antes que lleguen los días malos
    y vengan los años en que digas:
    «No encuentro en ellos placer alguno»;
antes que dejen de brillar
    el sol y la luz,
la luna y las estrellas,
    y vuelvan las nubes después de la lluvia.
Un día temblarán los guardianes de la casa,
    y se encorvarán los hombres de batalla;
se detendrán las molenderas por ser tan pocas,
    y se apagarán los que miran a través de las ventanas.
Se irán cerrando las puertas de la calle,
    irá disminuyendo el ruido del molino,
las aves elevarán su canto,
    pero apagados se oirán sus trinos.
Sobrevendrá el temor por las alturas
    y por los peligros del camino.
Florecerá el almendro,
    la langosta resultará onerosa,
    y no servirá de nada la alcaparra,
pues el hombre se encamina al hogar eterno
    y rondan ya en la calle los que lloran su muerte.

Acuérdate de tu creador
    antes que se rompa el cordón de plata
    y se quiebre la vasija de oro,
y se estrelle el cántaro contra la fuente
    y se haga pedazos la polea del pozo.
Volverá entonces el polvo a la tierra,
    como antes fue,
y el espíritu volverá a Dios,
    que es quien lo dio.

Lo más absurdo de lo absurdo,
    ¡todo es un absurdo!
            —ha dicho el Maestro.

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