Pbro. Jose Luis Cardona Rdz..
Juan 7: 25-52 NBLA
25 Entonces algunos de Jerusalén decían: «¿No es Este al que procuran matar? 26 Y vean, habla en público y no le dicen nada. ¿No será que en verdad los gobernantes reconocen que Este es el Cristo[e]? 27 Sin embargo, nosotros sabemos de dónde es Este; pero cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es».
28 Jesús entonces, mientras enseñaba en el templo, exclamó en alta voz: «Ustedes me conocen y saben de dónde soy. Yo no he venido por decisión propia, pero Aquel que me envió es verdadero, a quien ustedes no conocen. 29 Yo lo conozco, porque procedo de Él, y Él me envió».
30 Procuraban, pues, prender a Jesús; pero nadie le echó mano porque todavía no había llegado Su hora. 31 Pero muchos de la multitud creyeron en Él, y decían: «Cuando el Cristo venga, ¿acaso hará más señales[f] que las que Este ha hecho?».
32 Los fariseos oyeron a la multitud murmurando estas cosas acerca de Él. Entonces los principales sacerdotes y los fariseos enviaron guardias para que lo prendieran. 33 Pero Jesús dijo: «Por un poco más de tiempo estoy con ustedes; después voy a Aquel que me envió. 34 Me buscarán y no me hallarán; y donde Yo esté, ustedes no pueden ir».
35 Decían entonces los judíos entre sí: «¿Adónde piensa irse Este que no lo podamos encontrar? ¿Será acaso que quiere irse a la dispersión entre los griegos y enseñar a los griegos? 36 ¿Qué quiere decir esto que ha dicho: “Me buscarán y no me hallarán; y donde Yo esté, ustedes no podrán ir”?».
La gran invitación
37 En el último día, el gran día de la fiesta, Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz: «Si alguien tiene sed, que venga a Mí y beba[g]. 38 El que cree en Mí, como ha dicho la Escritura: “De lo más profundo de su ser[h]brotarán ríos de aguaviva”». 39 Pero Él decía esto del Espíritu, que los que habían creído en Él habían de recibir; porque el Espíritu no había sido dado todavía[i], pues Jesús aún no había sido glorificado.
40 Entonces algunos de la multitud, cuando oyeron estas palabras, decían: «Verdaderamente Este es el Profeta». 41 Otros decían: «Este es el Cristo[j]». Pero otros decían: «¿Acaso el Cristo ha de venir de Galilea? 42 ¿No ha dicho la Escritura que el Cristo viene de la descendencia de David, y de Belén, la aldea de donde era David?». 43 Así que surgió una división entre la multitud por causa de Él. 44 Y algunos de ellos querían prender a Jesús, pero nadie le echó mano.
Los guardias confundidos
45 Entonces los guardias vinieron a los principales sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron: «¿Por qué no lo trajeron?». 46 Los guardias respondieron: «¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre habla!».
47 Entonces los fariseos les contestaron: «¿Es que también ustedes se han dejado engañar? 48 ¿Acaso ha creído en Él alguien de los gobernantes o de los fariseos? 49 Pero esta multitud que no conoce de la ley, maldita es».
50 Nicodemo, el que había venido a Jesús antes, y que era uno de ellos, les dijo*: 51 «¿Acaso juzga nuestra ley a un hombre a menos que le oiga primero y sepa lo que hace?». 52 Ellos le respondieron: «¿Es que tú también eres de Galilea? Investiga, y verás que ningún profeta sale de Galilea». 53 [k]Y cada uno se fue a su casa.
Sermones
Jesús, el gran divisor
Jesús, una fiesta, la ley y la justicia
El precio del discipulado
Recibiendo el pan de vida
El Pan de Dios
¿En verdad conoces a Jesús?
Un Encuentro Con Dios
¿Está Dios con nosotros?